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Sobre la Vida

¿Es un acto heroico seguir con vida?

Pocos días después del fallecimiento de mi padre —que en paz descanse—, me llamó una amiga muy querida. Antes de terminar la llamada me dijo:

“Abdalah, eres un héroe, y debes saberlo. Debes sentirte orgulloso. Algún día tendrás que contarles a tus hijos e hijas tu historia, porque tienes mucho que compartir con ellos.”

Colgué el teléfono sorprendido por sus palabras sobre la heroicidad.

Sinceramente, no veía nada heroico en mi vida.

Pero con el tiempo noté que muchas otras personas me decían lo mismo: hablaban de “heroísmo”.

Claro, sin mencionar el tema de los hijos, porque saben que vivo una especie de sequía emocional, y es difícil hablarme de eso.

Como siempre, mis pensamientos mezclados con cafeína se fueron más lejos.

Me pregunté:

¿Soy realmente un héroe?

¿Dónde está la heroicidad en mi vida?

¿Qué hace de alguien un héroe?

¿O acaso soy solo un refugiado? ¿Un simple número?

Sí, un número… porque muchos de nosotros ya no somos más que eso en este mundo.

¿Será que la heroicidad consiste en seguir con vida?

Hay una gran diferencia entre vivir y sobrevivir.

¿Y qué clase de vida es esta? Una vida cansada, sin espacio siquiera para llorar, llena de contradicciones y materialismo que agotan la mente.

¿Es vida trabajar durante años sin descanso, correr, esforzarse, y al final… terminar con “cero vida” en lo material?

¿A qué aspiramos?

¿Cuál es el objetivo?

¿El objetivo es simplemente seguir con vida? Maldito sea un objetivo así.

La verdadera heroicidad —como la entiendo ahora— es el cambio.

Los héroes cambian la realidad.

Pero quizás yo y los que se parecen a mí no somos héroes.

Somos los pobres, los cansados, los agotados, los que tratamos de embellecer la fealdad de la vida con humor y risas, mientras las olas y las tormentas juegan con nuestro destino.

Dicen los antiguos: “Dios da y quita.”

Algunos pensarán que mis palabras son pesimistas, y tal vez lo sean.

Otros dirán que son realistas.

Pero de algo estoy seguro: no hay heroicidad en la pobreza.

La pobreza y el heroísmo no pueden coexistir.

No soy un héroe. Solo soy un ser humano más en este planeta.

Mi vida es común, mi sonrisa también, no es la sonrisa de un héroe.

Nadie ha escrito sobre mi “heroísmo” en los periódicos ni en las revistas;

tal vez lo hagan cuando ya esté bajo tierra.

Entonces, quizá los que me conocieron recuerden que alguna vez estuve vivo.

Algunos escribirán poemas de despedida y se preguntarán:

¿Qué escribiremos sobre Abdalah después de su muerte?

¿Me recordarán mis amigos dos días después de mi entierro?

¿O solo dirán:

“Maldita sea, Abdalah se fue… era un buen tipo”,

y olvidarán mi terquedad, mi locura y mi peinado encantador?

Dime tú…

¿Es un acto heroico seguir con vida?

 
 
 

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